Escoliosis, en griego skoliosis, viene de la palabra skolio que significa torcido, es un signo de la columna vertebral que se manifiesta en una o más curvaturas de la columna hacia los lados. Encontramos que 3 de cada 100 personas tienen escoliosis, aunque no siempre significa que presenten un problema.
En curvaturas poco pronunciadas probablemente no encontraremos molestias, pero pueden llegar a suponer grandes problemas y causa de fuertes dolores.
En la mayoría de los casos, en concreto el 80% aproximadamente, no se sabe por qué está provocada, a este tipo la llamaremos escoliosis idiopática. En escoliosis idiopáticas podremos reducir la severidad de la curva, pero nunca eliminarla completamente. El resto de los casos en los que podemos determinar las causas que las producen, diremos que son escoliosis funcionales. Existen multitud de factores que pueden provocar las escoliosis funcionales: factores externos, factores congénitos, genéticos, problemas neuromusculares, longitud desigual de las extremidades inferiores, etc. Entre ellos, las posturas desiguales mantenidas y actividades repetitivas son las causas más comunes. Es en estos casos en los que tendremos mayor probabilidad de éxito a la hora de intervenir a través del movimiento.
¿Cómo reconocerla? Podemos encontrar diferentes síntomas:
- Forma de C o S en la columna vertebral
- Hombros a diferente altura
- Cabeza no centrada
- Caja torácica prominente en un lado
- Prominencia costal al flexionar columna (al agacharse)
- Un costado encogido respecto al otro
Pero, ¿qué es exactamente? Podríamos definirlo como una curvatura de la columna en forma de “C” o “S”. Esto puede llevar a pensar que afecta sólo a un plano (frontal) y sin embargo se trata de un signo tridimensional que afecta a todos los planos en los que ocurre el movimiento, debido a la naturaleza y comportamiento de las vértebras. Es decir, las curvaturas de la columna en la escoliosis suceden cuando uno o más segmentos (dos vértebras consecutivas) están rotadas (hacia un lado) y por lo tanto inclinadas (hacia el lado contrario).
¿Y el Pilates?
El cuerpo humano está diseñado para moverse, no para permanecer estático como parece que sucede en muchos casos en los que la rutina diaria nos obliga a permanecer en las mismas posiciones de forma prolongada. Por lo tanto es muy recomendable el movimiento, como hemos dicho antes, no tiene por qué suponer un problema si las curvaturas son pequeñas, y si nos hemos estado moviendo siempre de forma eficiente probablemente ya hallamos conseguido paliar el problema. Es por eso que el Pilates en concreto, como método de trabajo, es una muy buena manera de beneficiar a una columna “torcida”. En una columna con escoliosis, no partimos de una posición neutra como tal, por lo tanto habrá zonas de la columna que se estarán moviendo en exceso y otras que estarán más rígidas. El Pilates es un excelente método para asegurarnos de que movemos la columna de forma controlada y distribuida en todos los planos, además de incidir en la elongación para acercarnos a esa columna neutra.
Si además cuentas con un monitor que tenga el suficiente conocimiento de cómo se comporta la escoliosis, el Pilates permite diseñar ejercicios en los que se apliquen los movimientos adecuados en aquellas zonas de la columna que se están moviendo poco, y que restrinjan las que son demasiado móviles.
En definitiva, una columna móvil, con unos rangos normales de movimiento, es una columna sana, tenga o no escoliosis. En muchos casos con ejercicios de Pilates podremos aliviar síntomas escolióticos de causa conocida (funcionales) e incluso reducir la severidad de las curvas, y seguramente también beneficiemos en las que tienen causa incierta (idiopáticas).